Si hay algo que creo que me define es mi capacidad incansable de buscar lo que me gusta. Cuando empecé a tomar consciencia de que encontrarlo era lo que realmente me motivava, me di cuenta que no iba a ser tan fácil como pensaba. Así que invertí mi plan; descubrir las cosas que no me gustaban para poder descartarlas y ir acercándome a lo que sí.

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Empecé estudiando ingeniería en diseño de producto, quería ser inventora. Descarté todo lo que no me gustó, para quedarme con lo que sí: estudiar a las personas para poder descubrir cómo puedo ayudarlas a través del diseño. Esto me apasionaba.

Me di cuenta que para poder desarrollarme en este campo necesitaba potenciar la creatividad (búsqueda de nuevas soluciones y perspectivas) y la comunicación.

Me inscribí en un máster de psicología de la creatividad y comunicación creativa y seguí descartado para descubrir más: pude estudiar cómo las personas éramos capaces de percibir y pensar, aprendí el poder que tiene empatizar y el gran rol que tiene la psicología en el mundo del diseño. Me abrió la mente y me obsesioné en cómo llegar a ser un poco más creativa cada día. Sigo obsesionada.

 

Llegada a este punto, quise imaginar que debía existir una disciplina que mezclara todo lo que sí sabia que sí que me gustaba, y la encontré: la experiencia de usuario.

Me matriculé en un máster de UX/UI y encontré mi sitio. Ya estoy un poco más cerca.

¿Cuál es el siguiente paso? Ready!